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OTRO INVITADO DE HONOR: JOSÉ ROGELIO ÁLVAREZ

agosto 15, 2011


Comentarios a los cuentos de

Livingston Denegre-Vaught.

Por José Rogelio Álvarez

La pieza que se incluye en este volumen es una extensa carta que el autor dirige a su padre don Jorge Denegre Vaught. El género epistolar le permite narrar con amor filial las hazañas de quien le dio la vida y a la vez le dejó como herencia la vocación por el periodismo.

Para fundar el orgullo que le suscita ese legado, el autor se remite al semanario Tris, que don Jorge publicó en Ciudad del Carmen a mediados de la década de los años treinta. En esa época y en la provincia, era frecuente que un solo hombre, movido por el noble impulso de expresar su verdad, desempeñara los oficios de reportero, redactor, editorialista, publicista y director de una publicación. Si el convertir estas tareas en una es de suyo admirable, mayor encomio merece que su ejecutor haya sido un joven de 17 años de edad. Asociado a la precocidad, sorprende encontrar en las páginas de aquel impreso el sabio balance entre las buenas y las malas noticias: aquéllas, las informaciones siempre útiles que contienen los anuncios; y éstas, los sucesos que ordinariamente conmueven a la sociedad, aunque la principal orientación del editor responsable era la crítica al mal gobierno. Se combinaban así los llamativos reclamos publicitarios en verso, las notas rojas y las censuras a “los vampiros civiles”. El autor exalta el talento y el valor de su padre, cuyos pronunciamientos democráticos le costaron el destierro.

Livingston maneja en contrapunto pasajes de su propia vida y capítulos de la biografía de don Jorge. Por eso aparecen en su prosa cortes sorpresivos, escenas que se van ligando a saltos, contrastes que acentúan la distancia y a la par estrechan la proximidad de uno y otro destinos. A los párrafos en que imperan el riesgo y la violencia, siguen otros que reproducen la morosa delectación de quien recorre con avidez una biblioteca y va asomándose a los libros con el ánimo predispuesto a los hallazgos afortunados. En un ámbito así se inició la placentera, trabajosa y bienhechora tarea de don Jorge como lector, librero, animador de tertulias, abogado, bibliófilo, editor, autor y desinteresado orientador de todos cuantos han querido penetrar o andan perdidos en el infinito mundo de la letra impresa.

A estas noticias evocadoras, sigue un estudio de contenido del periódico Tris, en cuyas páginas sobresalen las impugnaciones al “reyezuelo local, a los caciques y al Señor Dueño del Estado”; pero intercalados en este análisis el lector encuentra referencias personales y familiares, reflexiones surgidas por asociación de ideas, incorporadas al discurso según las van empujando los recuerdos, y aún anécdotas ocurridas casi la víspera de entrar a prensa este libro. Esta parte de la obra presenta en calidoscopio la vida de Ciudad del Carmen hace sesenta años, rinde homenaje a don Jorge y revela varios aspectos de la personalidad de Livingston: Escritor deliberadamente descuidado y a menudo efectista, experto en medios de comunicación, profesor universitario y agente diplomático en el exterior, de cuya experiencia derivó su gran amplitud de criterio.

José Rogelio Álvarez